Habitualmente manejamos un concepto lineal y eterno del tiempo. Este avanza desde el pasado, pasando por el presente, hacia el futuro, sin que tengamos la posibilidad determinar cuándo se originó ni en el momento en que se detendrá. Es el tiempo cronológico en el que fechamos los hechos mediante los relojes y calendarios.
La esfera axiológica sin capacidad ontológica, y, por lo mismo, sin ser, no tiene consistencia alguna. Biológicamente, el hombre sigue siendo un animal; pero un animal disminuido, enfermo; aunque también, preciso es decirlo, correlativamente incrementado, engrandecido en su dignidad. Podemos subir por la escala ascendiente del espíritu o podemos bajar por la vertiente de nuestra animalidad frustrada que, en definitiva, apunta hacia la nada. La «bestia rubia», que soñó Nietzsche, está por adelantado frustrada. El estancamiento en la evolución biológica de la especie humana no es mera casualidad. La inteligencia, la razón, la aptitud de hacer instrumentos y civilizaciones han embotado los instintos, la fuerza animal y la capacitad de adaptación al medio.
A Propósito Deel Origen Del Sujeto En Psicoanálisis: Del Big Bang Del Lenguaje Y El Alegato Boletín N45 Primavera 2019
1.El afán de plenitud subsistencial.- 2.Lo eviterno del hombre.- 3.El hombre como ser teotrópico. Sobre estas bases es viable orear y dar novedosa vida a la filosofía fenomenológica de los valores para que cese de ser un capítulo cerrado en la crónica de la filosofía. Definir la vida por el momento no como el punto de arranque, sino más bien como valor supremo, es el error esencial de todo vitalismo. En este trascender a las cosas, el hombre llega hasta trascender a sí mismo, a su propia vida y a toda vida. La crónica de la humanidad no es, comparativamente, muy antigua.
1.Raíces de lo popular.- 2.Mi ser entre el prójimo.- 3.Las causas de la sociedad.- 4.Composición de lo popular. El hombre no es un ser autónomo que se hace sin el concurso del verdadero «Tú» constructor, por el hecho de que su mucho más íntima contextura es, exactamente, la de serente teotrópico. Llamados y estimados por Dios tenemos la posibilidad de, en el diálogo de nuestra vida ética, contestar afirmativamente, acrecentando nuestro ser, o cerrarnos frente su sin limites excelencia, para caer en disminución y en atrofia de nuestro ser espiritual.
Sujeto Y Objeto
Ser libre no es carecer de freno, sino tener la facultad de socorrer aquellos obstáculos que entorpezcan el logro de nuestros objetivos, que se opongan al desenvolvimiento de nuestra naturaleza. En este sentido, el hombre no solo tiene libertad, sino es independencia. Patentizan la presencia de la aptitud personal de ser origen de un hecho. Porque la persona tiene idea y es autora de sus acciones, tiene que estar a las consecuencias de su accionar y responder por lo efectuado. Por esta vía -la de la acción- se introduce la medida del bien y de lo justo.
El sujeto no se relaciona con la realidad sino más bien con la representación que se hace de ella. En la representación mental de un elemento lo primero y fundamental es discriminar si se trata de un elemento solo mental o si esa representación se ajusta a un elemento empírico presente. O sea, lo primero es estimar si se trata de un objeto empírico o de una representación. Tratándose de un objeto empírico, obviamente su representación no es el objeto mismo, sino una imagen que el sujeto se hace de él, imagen en cuya formación influyen las experiencias anteriores en la relación tenida con el objeto y la concepción que el sujeto tiene del objeto.
En sentido biológico, el hombre no es -como tanto se ha creído- el ser mucho más apreciado de la naturaleza. Si tomamos como método de valoración de las formas biológicas el de la independencia de existir con relación a otras formas vivientes, el hombre resulta inferior a las plantas y al resto de los animales. Las plantas ocupan, en temas de independencia, la cúspide de la jerarquía entre los seres vivientes.
Antes de cualquier otra concreta apetencia, el hombre se halla designado, desde las mayores profundidades de su ser, a vivir socialmente. Nudos y las solidaridades va a poder ser la conservación de la especie en la unión de los sexos, la ciencia en el planeta cultural de estudiantes y instructores, de publicistas y lectores, etc. Pero en cualquier caso de relación popular siempre habrá un término exterior, extraindividual y propósito, que unifica, generaliza y establece el hecho social.
O sea, que para entender lo que estoy percibiendo, he de inferir qué objetos han provocado mis sensaciones a partir de éstas (los efectos de los objetos sobre mis órganos sensoriales). Entonces le resulta claro y cierto que no conoce ningún sol ni ninguna tierra, sino más bien solamente un ojo que ve el sol, una mano que siente la tierra; que el planeta que le circunda no existe mucho más que como representación, o sea, sólo con relación a otro ser, el gerente, que es él mismo. Se torna entonces Dios en un supremo y consciente centro gravitatorio, objeto de nuestro pensamiento y de nuestra intención. Frente al inconveniente de la inmortalidad del alma no se puede mantenerse indiferente.
Sin Amor No Hay Filosofía
Toda vivencia revela un aspecto del yo importante, pero el yo no puede reducirse a las vivencias, pues las trasciende. El yo es el centro del campo de la conciencia, con un altísimo nivel de continuidad y también identidad. Una substancia consciente mediante la cual se hace -por su iniciativa- y se marcha haciendo a sí -por su conciencia-, pero sin perder jamás su composición. Muchos cientificistas de viejo tipo podrán meditar que corresponde al psiquiatra solucionar estas neurosis y estos estados psico-patológicos de la voluntad. Lo cierto es que al psiquiatra le corresponde un papel secundario, subordinado. Si calamos en el fondo de la cuestión, observaremos que el problema es fundamentalmente religioso.